Con "Veneno: El Relámpago de Jack", Taba Blanchard ha creado un universo visual único, que refleja el momento histórico pero con un trabajo fotográfico, de dirección de arte y de vestuario, que lo hacen a la vez diferente
Las películas sobre personajes reales no han funcionado muy bien en el cine dominicano. Esto, pese a que se han hecho buenos intentos y tenido actores parecidos al rol que se quiere representar (verbigracia, José Francisco Geraldino en “Del color de la noche”, de Agliberto Meléndez).
Y, a conciencia o no, los guionistas y cineastas locales prefieren las figuras de la política a la hora de llevar alguna a la pantalla, por encima de artistas o de otras ramas del entretenimiento. Duarte, Peña Gómez, Ulises Heureaux, han estado por encima de por ejemplo actrices como María Montez, a la hora de realizar películas.
Incluso, y quizás por la fascinación que provoca, Rafael Leonidas Trujillo sigue siendo el personaje histórico más representado en el cine.
Ahora está en cartelera “Veneno: El Relámpago de Jack”, que tiene como figura principal a Jack Veneno, uno de los personajes más importantes de la cultura popular de los últimos 50 años. Y llega justo a tiempo. Cuando el cine que se hace aquí es capaz de construir un universo visual único, que refleja el momento en el que Rafael Sánchez, nombre real del luchador, vio su gloria, pero captado con un trabajo fotográfico (Sebastián Cabrera Chelin), de dirección de arte (Giselle Madera) y de vestuario (Gina Terc), que lo hacen al mismo tiempo diferente a lo que recuerdan los que vivieron la época.
Eso está perfecto, porque Taba Blanchard, director del filme y coescritor del guion junto a Riccardo Bardellino; Miguel Yarull y Marien Zagarella no ha hecho un biopic con la perfección fotográfica de los detalles como han hecho, por ejemplo Oliver Stone en “JFK” o Olivier Dahan en “La vida en rosa” (La mÙme).
Por el contrario, Blanchard ha sabido mezclar detalles de lo que se conoce del luchador y elementos del género fantástico, tan presente en las películas del Santo, referente tanto de esta cinta, como del mismo Jack Veneno.
La película inicia con una entrevista a un personaje de la lucha libre, ahora en el crepúsculo de su vida, igual que hiciera Richard Attenborough, cuando colocaba a Anthony Hopkins como un periodista que conversaba con un anciano Charlie Chaplin en “Chaplin”.
Y como en aquella, las licencias que se tomaba Chaplin a la hora de explicar cómo tomó los elementos del vestuario de su personaje Charlot, así mismo los roles de Jack Veneno (Manny Pérez) y su rival, Relámpago Hernández (Pepe Sierra), van tomando forma.
O también la bella forma de cómo ambos personajes siendo niños conocen la lucha libre a través del cine, en esa feria de ensueño.
En esta primera caída, que da inicio a una trilogía, tiene un mejor desarrollo la historia de José Manuel Guzmán Hernández, y de cómo llegó a convertirse en “El genio del mal” o “La gallina”, el archienemigo de Jack Veneno.
Su lucha por sobresalir, su relación con sus progenitores: un padre policía maltratador y una madre bruja, darán como resultado un ser que encontrará en el ring y del lado de los rudos, su fin. Pero, no en vano se llama “Veneno: El Relámpago de Jack”.
Los elementos argumentales del “bueno” y el “malo” van dándose desde el momento en el que los futuros antagonistas son pareja y uno es “La mano derecha” y el otro “La mano izquierda” o en esas imágenes sacadas del Fantástico con la bruja Sion (Xiomara Rodriguez) madre de José Manuel, como símbolo del mal.
Como es lógico, el filme apela a la nostalgia de los que vivieron ese tiempo en el que la televisión era la reina y los que aparecían en ella líderes indiscutibles, pero la película es un espectáculo entretenido que puede ser disfrutado sin necesidad de conocer la historia real. La cinta abre y cierra con una representación de un segmento del programa de lucha libre que se transmitía a través de Color Visión, canal 9.
En esas dos partes, vistas en un televisor de la época, se puede apreciar una acertada ambientación de ese momento en ese programa.
Otro punto a favor que tiene esta cinta es el cast (responsabilidad de Valerie Hernández Oloffson), que ha conseguido un grupo de actores que física y artísticamente dan con los roles. Esto pese a que se haya tenido que oscurecer la piel de Pepe Sierra y Ovandy Camilo (Silvio Paulino), para sus interpretaciones.