El uso del compost agroindustrial en lechuga y espinaca baby-leaf incrementa sus propiedades saludables para la dieta, entre ellas antioxidantes o vitaminas y reduce la utilización de fertilizantes químicos y pesticidas, al tiempo que mejora su calidad y contribuye a mitigar el calentamiento global.
Además, favorece la economía circular ya que reutiliza residuos orgánicos de la industria agroalimentaria y potencia la agricultura sostenible, según lo demuestra un estudio del proyecto RETOS de la Agencia Estatal de Investigación, en el que participan investigadores de la Escuela de Agrónomos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), de la Miguel Hernández, de Elche, y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CEBAS-CSIC).
El compost actúa como biopesticida frente a diferentes patógenos de estos cultivos, dentro de una agricultura intensiva sostenible. "Contribuye a la resistencia de la lechuga a la enfermedad conocida popularmente como marras de plantación. En el caso de la espinaca, frente a mildiu", señala el catedrático Juan Fernández, investigador responsable del grupo Hortofruticultura Mediterránea.
Los autores del proyecto investigan si estos compost tienen efecto biofertilizante, mejoran el estado nutricional de la planta y aumentan sus propiedades saludables, según informaron fuentes de la UPCT en un comunicado.
Los investigadores utilizan, además, aditivos procedentes del café o la lavanda que inducen la formación de compuestos con efectos saludables, entre ellos fenoles, flavonoides y vitamina C, agrega la catedrática Catalina Egea, investigadora responsable del grupo de Genética y Biología Vegetal y subdirectora del Instituto de Biotecnología Vegetal de la UPCT.
La reducción de la fertilización tradicional con estos neoproductos puede servir para mitigar la emisión de gases con efecto invernadero, según profesores, del departamento de Ingeniería Agronómica.
Los ensayos se están realizando desde 2018 en la finca Tomás Ferro de la UPCT y en cultivos comerciales de diferentes municipios de Murcia y Alicante, entre ellos Alhama, Librilla y Orihuela. Los investigadores han llevado a cabo un estudio de postcosecha en algunos de los ensayos.
Analizan si el uso del compost puede mejorar la vida útil de lechuga y espinaca como productos de cuarta gama, es decir, en alimentos que se comercializan listos para ser consumidos.
Fernández y Egea resaltan que el compost puede ser una alternativa al uso de la turba, el sustrato más importante utilizado en la agricultura intensiva. En la actualidad se buscan opciones más sostenibles, tanto desde el punto de vista medioambiental como económico.
El proyecto '(Validación de compost como inductores de propiedades funcionales y de resistencia frente a patógenos para la producción sostenible de hortalizas de hoja pequeña (baby leaf). AGL2017-84085-C3-3-R)' comenzó hace dos años y tiene previsto finalizar a finales de 2020.