Por lo general pensamos en personas influyentes como aquellas que tienen autoridad, posición o poder en el mundo, pero en realidad, todos tenemos influencia en un grado u otro. El término describe la capacidad de tener un efecto en el carácter, desarrollo o conducta de otra persona.
Esto es justo lo que Cristo ha llamado a los creyentes a hacer al proclamar el evangelio y animarse unos a otros en la fe. No obstante, para influenciar a los demás, primero debemos estar convencidos de que la Biblia es verdadera. Entonces, a medida que crecemos en el conocimiento de la verdad, podemos ayudar a otros a conocer a Cristo, entender los principios bíblicos y vivir de manera obediente por ellos.
El apóstol Pablo aconsejó a Timoteo: “Retén la norma de las sanas palabras” en la fe (2 Ti 1.13), y estas mismas verdades nos han sido dadas.
- La Biblia es la palabra inspirada e infalible de Dios. No hay errores en ella, y es totalmente cierta (2 Ti 3.16; Jn 17.17).
- Hay un Dios, y existe en tres personas. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son todos miembros de la Deidad trina (Mt 28.19).
- La vida eterna se recibe solo a través de la fe en Cristo. La salvación no puede ganarse por buenas obras (Jn 14.6; Ef 2.8, 9).
- Jesucristo regresará un día por aquellos que creen en Él, y los llevará al cielo (Jn 14.2, 3). Pero los incrédulos permanecerán bajo la ira divina.
A medida que el mundo se vuelve más resistente a la influencia cristiana, mantener tales convicciones requiere un compromiso sólido y una valentía constante. Por tanto, no permita que el mundo le robe su influencia piadosa.